Biodiversidad


Biodiversidad en el mundo


La biodiversidad es el resultado de miles de millones de años de evolución; se cree que los primeros organismos unicelulares aparecieron hace 3 mil 500 millones de años. Actualmente, en las tierras y aguas del planeta sobreviven millones de especies distintas –muchas de ellas aún no descubiertas, y menos aún, clasificadas por la ciencia-. A la fecha, los científicos han descrito aproximadamente entre 1.7 y 2 millones de especies y cada año descubren entre 16 mil y 17 mil más. Aproximadamente tres cuartas partes de estos descubrimientos son insectos –ese grupo al que pertenecen hormigas, abejas, libélulas y escarabajos-, los cuales representan la mayoría de la diversidad de animales del planeta

Aunque este número ya es muy grande, los científicos calculan que podría haber entre 5 y 30 millones de especies más por descubrir. Existen ecosistemas enteros, como los de las profundidades oceánicas, de los cuales se conoce poco acerca de las especies que los habitan. Con todo esto, podemos decir que la ciencia apenas podría conocer y haber descrito entre 6 y 28% de la diversidad mundial de especies






Biodiversidad en México


En Latinoamérica, México es uno de los países con mayor diversidad de tipos de vegetación.  A nivel mundial rivaliza, en ese mismo rubro, tan sólo con China e India. También es rico en ecosistemas acuáticos, en sus poco más de 11 mil kilómetros de litorales pueden encontrarse ecosistemas enteramente marinos –como los arrecifes de coral, las lagunas costeras o las comunidades de pastos marinos- o en los que predominan las aguas salobres –como los estuarios, donde confluyen el agua dulce de los ríos y la salada del mar–. Además, también posee una importante riqueza en cuerpos de agua dulce continentales. Su complejo paisaje forma más de 70 cuencas fluviales, con ríos que van desde los que sólo fluyen en la época de lluvias, hasta aquéllos caudalosos como el Grijalva, el Balsas y el Usumacinta. Setenta lagos –algunos de ellos de notable tamaño, como Chapala, Cuitzeo y Pátzcuaro- y más de 4 mil 500 embalses artificiales también cobijan una multitud de especies y ecosistemas.

Los científicos consideran que la gran riqueza natural de México ha sido el resultado de cuando menos tres factores. El primero se refiere al complejo relieve montañoso que caracteriza al paisaje mexicano. Por el país corren dos grandes cordilleras montañosas –las sierras Madre Oriental y Occidental- y otras cadenas montañosas menores, como la Sierra de Chiapas y el llamado Eje Neovolcánico Transversal.

El segundo factor importante es la gran variedad de climas que hay en el territorio, que van desde los húmedos tropicales hasta los fríos climas alpinos, pasando por los secos extremos de las zonas áridas. Todos éstos, y su interacción con el complejo paisaje del país, crean un significativo mosaico de ambientes que permite que en muchos de ellos puedas observar un tipo de ecosistema particular, con especies propias.

Finalmente, el tercer factor es la mezcla en el territorio de dos importantes zonas biogeográficas: la Neártica y la Neotropical. Una zona biogeográfica es una región donde los elementos de flora y fauna presentan una gran afinidad. De la zona Neártica proceden las especies típicas de los climas fríos, como las espléndidas mariposas monarca, el borrego cimarrón y el lobo mexicano, así como pinos, abetos y otras coníferas. En contraste, en la zona Neotropical predominan los elementos de flora y fauna con afinidades tropicales, de tal modo que es posible encontrar especies típicas como el tapir, el jaguar, las iguanas, las guacamayas, el quetzal y la enorme diversidad de árboles tropicales como la caoba, el cedro y el hule, entre otros.

También México se distingue por su gran número de especies endémicas, es decir, aquéllas que sólo viven y crecen en una determinada zona o región y que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. En el caso de las cactáceas, poco más de 77% de las especies mexicanas son endémicas. Entre los animales, de los anfibios mexicanos –ranas, sapos y salamandras-, 47 % de las especies sólo se encuentra en nuestro país. Mas allá del número de especies y de sus endemismos, México es el sitio de origen y diversificación de distintos cultivos de importancia nacional e internacional, entre los que sobresalen especies comestibles como el maíz, chile y frijol.




México es uno de los países con mayor diversidad biológica del mundo, no sólo por poseer un alto número de especies, sino también por su diversidad genética y de ecosistemas. Se estima que en el país se encuentra entre 10 y 12% de las especies conocidas por la ciencia. A pesar de contar únicamente con 1.3% de la superficie terrestre del planeta México ocupa uno de los primeros lugares en cuanto a la diversidad de plantas, anfibios y reptiles.







México: el pueblo del maíz


De todas las plantas ligadas a nuestras tradiciones o a la dieta diaria, existe una muy especial: el maíz, cuyo nombre científico es Zea mays. México se considera su centro de origen y uno de los más importantes de su diversidad. Seguramente al visitar algún mercado urbano o rural habrás notado la enorme variedad de mazorcas de maíz, tanto en tamaño como en color, que usa nuestro pueblo. Esta diversidad se calcula que oscila, a nivel nacional, entre 41 y 59 variedades. Los vestigios más antiguos de su producción, encontrados en el país, tienen alrededor de unos 7 mil años. Su presencia fue fundamental para la dieta y la cultura de las antiguas civilizaciones mesoamericanas. Actualmente no hay ningún país en América Latina que no siembre maíz, el cual es conocido con diferentes nombres: maíz, choclo, jojoto, corn, milho y elote. Más allá de sus virtudes como alimento del que se pueden obtener harinas, hojuelas y pastas muy nutritivas, el maíz también es usado como ingrediente esencial para procesos industriales como la fabricación de plásticos biodegradables y productos farmacéuticos; y es la base de productos como el almidón, distintos aceites, bebidas alcohólicas, endulcorantes alimenticios y biocombustibles.




¿Qué puedo hacer?


En casa o en tu comunidad: 

  • Cultiva plantas nativas de tu región. Si tienes un jardín o compartes una zona verde comunitaria, cultiva plantas de la región, ya que no dañarán el ecosistema local.
  • No compres especies de flora y fauna silvestre no autorizadas. En el mercado se ofrece una gran cantidad de mascotas, productos, comida y medicina alternativa a partir de especies silvestres, muchas de ellas en peligro de extinción. Cada vez que compras una especie silvestre no autorizada o un producto elaborado a partir de ella, eres cómplice del tráfico ilegal y contribuyes al daño a los ecosistemas y a la extinción de las especies.
  • Participa en campañas de repoblación de los bosques.

Si sales al campo o de vacaciones:

  • Planea tus vacaciones. Infórmate sobre los destinos turísticos que son respetuosos con el ambiente. Pregunta si las instalaciones o el complejo turístico que visitarás cuentan con medidas de protección del ambiente. 
  • Participa en actividades recreativas que formen conciencia respecto al ambiente, como las caminatas ecológicas y los ciclopaseos.
  • Respeta la naturaleza. Si viajas por carretera no dejes basura, no lastimes la vegetación –arrancando ramas o flores-, no colectes partes o plantas  completas y no captures o mates animales. 
  • Nunca alimentes a los animales en su entorno natural, porque puede alterar su comportamiento y afectar su capacidad natural de alimentación y sus mecanismos de supervivencia.
  • No liberes ningún animal ni arrojes semillas que hayas adquirido en algún local o encontrado libres en la naturaleza, ya que podrían convertirse en especies invasoras. 
  • Antes de encender una fogata, asegúrate de que está permitido hacerlo y lleva tu propia leña. Los animales pequeños utilizan la madera muerta y los rastrojos como alimento y refugio. Ubíca la fogata lejos de las plantas secas y extínguela completamente antes de irte. 


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