Los humedales: riqueza natural que desaparece
Los humedales son los ecosistemas
en los que el agua es el elemento más importante del ambiente y el que mayor
influencia tiene sobre su flora y fauna. Ejemplos de humedales son los
manglares, ciénagas, turberas, marismas y esteros. Se distribuyen prácticamente
sobre todo el planeta, a excepción de la Antártica, en todos los climas: desde
la tundra hasta los trópicos, tanto en las zonas costeras como dentro de los
continentes.
Aunque no sabemos con exactitud
qué superficie cubren estos ecosistemas en el planeta, se calcula que cubren
entre 5.3 y 12.8 millones de kilómetros cuadrados, es decir, entre 4 y 9% de la superficie terrestre. Los humedales
proveen de muchos e importantes servicios ambientales: alojan a un gran número
de especies importantes para el hombre, purifican y mejoran la calidad del
agua, ayudan a evitar inundaciones, sirven de barrera para mitigar los efectos
de eventos meteorológicos extremos -como los huracanes- y capturan también una
importante cantidad de carbono atmosférico.
Sin embargo, los humedales también
han sufrido el impacto del crecimiento de la sociedad mundial. Se estima que la
mitad de la superficie original de humedales en el mundo se ha perdido, y de
los que restan, una parte considerable se encuentra deteriorada. Las
principales amenazas a los humedales, además de que se cambien para usos
agrícolas o ganaderos –que ha sido la principal causa de su pérdida-, radican
en las actividades que afectan tanto la cantidad de agua que requieren para
funcionar, como su calidad. Entre las actividades que más afectan la reserva de
agua de los humedales destacan la modificación de los cursos de agua, la
extracción para el consumo humano, el relleno con tierra u otros materiales y
la construcción de presas y diques, mientras que la descarga de aguas
residuales, tanto domésticas, agrícolas e industriales, es el principal factor
que afecta su calidad. Aunado a ello, deberemos sumar el efecto del cambio climático
en el futuro: la elevación del nivel del mar podría dañar irreversiblemente a
los humedales costeros, cambiando su composición de especies y reduciendo su
productividad.
En México, los humedales están
presentes en las zonas continentales y en las costas. Nuestra riqueza es
enorme: poseemos manglares, popales, tulares y ciénegas, entre tantos otros.
Podrías admirar su belleza en reservas como las de los Pantanos de Centla, en
Tabasco, en las distintas lagunas y lagos de Michoacán, o en la zona costera de
Nayarit. Sin embargo, las actividades agropecuarias, el crecimiento de las
zonas urbanas y turísticas, la extracción de agua y la contaminación con aguas domésticas e industriales, han mermado esta
riqueza natural. Muchos de ellos se han perdido -por ejemplo en el caso de los
manglares, se estima que en México tan sólo queda 64% de la cubierta original-
mientras que otros están degradados y seriamente amenazados por la mano del
hombre.
La fragmentación de los ecosistemas
Los ecosistemas se fragmentan cuando los bosques se deforestan para crear nuevas tierras de cultivo, se construye una nueva carretera o se elimina la vegetación acuática de la orilla de un río o lago para obras urbanas o comunitarias. La fragmentación es la transformación de un área relativamente homogénea de un ecosistema en otra en la que permanecen fragmentos de menor tamaño. En casos extremos, estos fragmentos pueden quedar en forma de “islas” inmersas en zonas alteradas.
La fragmentación de los ecosistemas tiene consecuencias importantes. Las poblaciones de plantas y animales pueden resultar afectadas tanto por los cambios en las condiciones ambientales de su hábitat –dado que cambian las condiciones de luz, humedad, temperatura y el flujo de nutrimentos- o porque simplemente son incapaces de sobrevivir en superficies reducidas de sus ecosistemas. Con el tiempo, muchas especies en esos “parches” de ecosistemas pueden
extinguirse, lo que empobrece la biodiversidad de una zona. Otras especies, las conocidas como “invasoras”, pueden conquistar los parches y adueñarse de ecosistemas que antes les eran ajenos, con efectos negativos sobre las especies nativas. Además de la extinción de especies, pueden desaparecer o reducirse los servicios ambientales de los ecosistemas.
¿Qué puedo hacer?
Ecosistemas:
- Cuando salgas de día de campo o de vacaciones, evita prender fogatas, ya que si se salen de control podrían afectar irremediablemente al ecosistema.
- Evita colectar en el campo flora o fauna silvestre. Además de dañar a las poblaciones silvestres de esas especies, podrías estar alterando el equilibrio del ecosistema entero. Tampoco dañes la vegetación cortando ramas, brotes y flores.
Suelos:
- Si vas a fertilizar un terreno, utiliza fertilizantes orgánicos, como las compostas, en lugar de emplear fertilizantes químicos. Con ello evitarás la contaminación del suelo y el agua.
Hola Hugo, toda la información que proporcionas en tu blog es muy interesante y sobre todo las recomendaciones que sugieres para cuidar al medio ambiente.
ResponderEliminar